viernes, 6 de mayo de 2011

Arturo, realidad y fantasía

Mucho se ha escrito sobre el legendario rey bretón pero, ¿Existió realmente un rey como Arturo? ¿Hay algo real en su leyenda?. Pese a que no podemos responder con certeza la primera, sí podemos afirmar la segunda.

Antes de comenzar a situarnos históricamente, mencionaremos la historicidad del Rey. Este está basado en un caudillo guerrero Bretón con raíces celtas que vivió hacia fines del siglo V e inicios del VI.

En el siglo V d.C, el Imperio Romano abandona la isla de Britania, -colonizada por ellos alrededor del año 43 d.C.- debido a las amenazas de los hunos en el imperio romano de oriente y las presiones de los pueblos bárbaros (jutos, anglos y sajones) en el de occidente, eso sumado a las escasas tierras productivas en la isla y la resistencia de los pueblos autóctonos (que pese a todo nunca aceptaron la colonización), dejando a los pueblos celtas desprotegidos contra los bárbaros.


Al disminuir en número, las tribus celtas sobrevivientes se reunieron todas en las regiones de Cornwalls y la desembocadura del Clydach bajo el nombre de cymry (hermano). Sin embargo, las tribus (no celtas) que habitaban esas mismas zonas, incómodos por su presencia, comenzaron una guerra contra ellos que duró cerca de un siglo y que fue especialmente feroz en el sudoeste, donde los brythons habían establecido el Reino de Wessex. Es en el fin de esta guerra que surge un importante líder guerrero, un dux bellorum(duque de guerra) llamado Arthur, posible descendiente de romanos o un celta romanizado, que les entrega la victoria a los brythons y consolida el reino de Wessex. Posteriormente, bajo su liderazgo al menos en batalla, los brythons pudieron recuperar gran partes de sus tierras de los bárbaros. Este Arthur, es el que daría las bases históricas del legendario rey según las teorías manejadas en este momento.


Sin embargo, no es mucho más lo que se puede rastrear de este duque de guerra, debido, en primer lugar, a la poca información que hay de la isla de Gran Bretaña entre los siglos V a VII d.C. Y es justamente a finales del siglo V y el VI que se desarrolla el mito Artúrico. En segundo lugar, los Celtas conservaban su cultura mediante tradición oral, siendo los únicos informantes de estas tribus sacerdotes cristianos y personajes importantes de la historia Romana. Haciendo menos confiables sus testimonios.


Pese a que la localización de Camelot y el reinado de Arthur no se han podido establecer, si hay algunas pistas y algunos descubrimientos arqueológicos que nos acercan un poco más a aquella época, por ejemplo, el reciente descubrimiento de la “mesa redonda”.


En Julio de 2010, historiadores y arqueólogos anunciaron el descubrimiento de la tabla redonda en la que el mítico rey se reuniera con sus caballeros. No era una mesa como todos pensamos sino un anfiteatro redondo con una capacidad para unas mil personas emplazado de forma subterránea en la región de Chester, en Inglaterra. La gracia de que el sitio tuviera esa forma geométrica es porque en un círculo no hay cabecera, y en la corte de Arturo, ningún caballero era más o menos importante que el otro. Pese a que él era el rey, todos sus caballeros poseían la misma importancia y eran honrados de la misma forma.


A continuación, un video tráiler de un documental del canal History Channel que habla de la hazaña:



Sin embargo, algunos escritores medievales nos dejan indicios sobre el rey. Y es precisamente aquí donde la historia comienza a mezclarse con la fantasía, ¿o no?.


Partamos, entonces, conociendo a Taliesín, un bardo que recorrió la isla cantando su crónica guerrera “La historia de Kylhwich y Olwen” respondiendo a su inquietud de hacer conocidas las hazañas del nuevo rey, y el poema “Y Gododdin” atribuído a Aneirin, en el cual hablaba sobre la cruenta batalla de los guerreros bretones de Gododdin contra los anglos de Dernia y Bernicia, en el cual también aparece una pequeña referencia a Arturo.

Pese a la antigüedad de los hechos relatados, el manuscrito encontrado y por el que se conoce el poema “Y Gododdin” ha sido datado en el siglo XIII, está escrito en Galés medio y Galés antiguo y se cree que fue escrito por dos escribas. De este manuscrito se han perdido las tres últimas páginas y por tanto es probable que no lo conozcamos por completo.

La siguiente reseña al legendario rey fue encontrado en la “Historia Brittonum” del monje galés Nennius, escrito en el siglo IX. En él, el clérigo menciona en más de un capítulo a Arturo como un “dux bellorum” o caudillo de guerra britano vencedor de numerosas batallas libradas en el siglo VI y lo enlaza por primera vez con la batalla contra los sajones del “Mons Bononicus” (Monte Badón).

Posteriormente, en “Annales Cambriae” vuelve a mencionarse la batalla del Monte Badón, situándola en el año 516 y la batalla de 537 en Camlann donde Arturo moriría al enfrentarse a Medraut, o Mordret, a quién lastimara también fatalmente.

Sin embargo no es hasta la “Historia Regum Britanniae”, escrita por Godofredo de Monmouth entre 1130 y 1136, que el Rey Arturo surge tal y como lo conocemos hoy. El monje galés, aparte de la recién mencionada obra, también escribió “Vita Merlini” y “Prophetiae Merlini”, enlazando al mago Merlín (Myrddin) a la leyenda del rey.

De todas las obras escritas sobre esta leyenda, ninguna es tan importante como la “Historia Regum Britanniae” ya que fue esta la que fundó las bases del ciclo artúrico tal y como lo conocemos hoy, pero la historia no se ha quedado hasta ahí, la próxima obra que analizaré será “La Mort d’Arthur” de Thomas Malory, pese a que éste tomó la “Historia de los Reyes de Britania” de Monmouth, incluyó también innumerables elementos mágicos en la leyenda, siendo, hasta el momento, la obra más conocida y exitosa de todas las que existen sobre este tema y en la que se termina de configurar la base del Mito Artúrico.


Como vemos, hay realidad en el mito artúrico, pero hay una línea tan fina que la separa de la fantasía que es casi imposible separarlo. La realidad nos da suficiente pie como para seguir soñando con las hadas y las espadas de esta fantástica época y la fantasía, la longitud de las alas con las que podemos ver el ayer, inundado de la fe de un pueblo que encontró su forma particular de sobrevivir al tiempo, mediante una de las leyendas más hermosas y complejas del mundo.



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