domingo, 8 de mayo de 2011

El fin de Merlín


No es una historia especialmente conocida la de la desaparición del consejero del rey Arturo y de su padre antes que él, el rey Uther Pendragon e, inclusive, del anterior rey, usurpador, por cierto, Vortigern. Podría sorprendernos esta lista, pero si luego recordamos la longevidad del mago -de aproximadamente 100 años- lo entenderemos.

Este hechicero, que fue capaz de prever la muerte del rey aún antes de que este naciera, y las proezas de Sir Lancelot du Lac, también fue capaz de predecir su propia "muerte", y aún así no la evitó, pues, como Arturo le dijo al momento de desposar a Ginebra la razón nunca gana a los sentimientos.

Esto fue lo mismo que pasó con Merlín que, encantado con la dulce y suave Ninie, Viviana, Niniana o Nimue, intentó ganarse su corazón -y su cuerpo- brindándole, además del reino del lago, todos sus conocimientos de magia. La mujer, aún siendo doncella, no quería yacer con el mago y entonces, diciéndole que si él le enseñaba como encerrar al espíritu de un hechicero sin que este pudiera liberarse, ella le concedería su deseo. Y Merlín aceptó.

Cierto día la mujer lo llevo a una cueva en la que yacerían juntos, hizo entrar a Merlín y, diciendo el conjuro, le dejó encerrado en medio de las piedras, lugar al que solo ella podía ingresar a voluntad, y así se conservó pura durante el resto de su vida en la tierra.



Otra versión nos dice que le encerró dentro de un roble, árbol celta sagrado que representa la valentía y la fortaleza y es el símbolo de Dagda, uno de los Dioses supremos dentro de la mitología celta, parte de los Tuatha de Danaan.

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